Aquest és un fragment d'una carta de Tolkien al seu fill Christopher que vaig trobar al llibre Tolkien: hombre y mito (Minotauro, 2000, p 109-110). És molt dens i profundament teològic, tot i que potser valgui la pena mirar-se'l. A mi m'ha semblat, tot i que pugui diferir del sentit que li va donar Tolkien originalment, que es refereix suficientment al fet que l'àngel guardià de cadascú pot ser una altra persona, tangible i immanent, "que és al mateix temps amb nosaltres i al Cel" (és a dir, en la ment de D-, si se'm permet l'expressió, i amb això em refereixo a buscant permanència, és a dir, transcendint el simple moment cap a alguna cosa que no només és, sinó que també significa, i significa, òbviament, per a un subjecte, per als subjectes). És a dir, aquell, em penso, a qui María Zambrano es refereix quan diu: "És el germà", l'altre, l'alteritat.
Tu referencia al cuidado de tu ángel guardián me hace temer que tienes especial necesidad de "él". Me atrevo a decir que ello es así realmente... Me recuerda también una súbita visión (o quizás una apercepción que asumió de inmediato en mi mente una forma visual) que tuve no hace mucho cuando pasaba media hora en St. Gregory antes del Santo Sacramento ... Percibí o evoqué la Luz de Dios y, suspendida en ella, una pequeña mota (o millones de motas, a una de las cuales tan sólo se dirigía mi minúscula mente) que resplandecía blanca por acción del rayo individual venido de la Luz que a la vez la sostenía y la iluminaba ... Y el rayo era el Ángel Guardián de la mota: no una cosa que se interpusiera entre Dios y la criatura, sino la atención misma de Dios personalizada. Y no digo "personalizada" por una mera figura del lenguaje de acuerdo con las tendencias de la lengua humana, sino una verdadera (finita) persona. Pensando en ello desde entonces -porque toda la cuestión fue muy inmediata y no recuperable en torpes palabras, por cierto no la intensa sensación de alegría que la acompañaba y la advertencia de que la brillante mota en equilibrio era yo mismo (o cualquier otro ser humano en que yo pensara con amor)-, se me ocurrió que ... éste es un paralelo finito de lo Infinito. Así como el amor del Padre y el Hijo ... es una Persona, el amor y la intención que la Luz centra en la Mota también es una persona (que está a la vez con nosotros y en el Cielo): finita, pero divina, es decir, angélica. De cualquier modo, mi muy querido, recibí consuelo ... que (me temo) no he logrado transmitir; pero tengo ahora la definida convicción de que estás en equilibrio y resplandeciente en la Luz; aunque tu cara (como todas nuestras caras) está apartada de ella. Pero podríamos ver el resplandor de las caras (y las personas aprehendidas en el amor) de los demás.
Tolkien, Cartes (Carta 89)
Els Argonath de Ted Nasmith |
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